En el número pasado dimos una breve
introducción a la educación transformadora, recalcando su enfoque en
capacidades, lo que implica integrar conceptos, destrezas, actitudes y valores.
Una forma de lograr esto es mediante la
planificación de clases usando el ciclo de aprendizaje, que consiste en cuatro
fases: experiencia, reflexión, conceptualización y aplicación.
El ciclo de aprendizaje comienza con una experiencia, que sirve para despertar
el interés de los participantes en el tema.
La experiencia puede consistir en la presentación de su sociodrama, una
sección corta pero llamativa de un video, una dinámica relacionada con el tema,
o aun un dibujo.
La reflexión
ayuda a los participantes o estudiantes a darse cuenta de lo que han
aprendido de la experiencia, a la vez que sirve como un puente entre la
experiencia y la conceptualización.
Consiste en preguntas bien formuladas que los participantes analizan
entre sí.
Mediante la conceptualización el facilitador, o docente, comparte nueva
información con los participantes. Puede
ser mediante una charla breve apoyada con ayudas visuales, una investigación
bibliográfica o digital guiada por el docente, o aun una lectura con preguntas
de comprensión.
Finalmente, la aplicación da la oportunidad a los participantes a ensayar o
consolidar su comprensión de lo que han aprendido. Cuando el ciclo de aprendizaje ha enfocado en
la comprensión de conceptos, en la aplicación los participantes presentan su propia
comprensión de dichos conceptos, usando mapas mentales, dibujos, diagramas,
canciones u otros medios. Cuando el
ciclo ha enfocado en el aprendizaje de una destreza, generalmente la aplicación
consiste en ensayar dicha destreza, trabajando en grupos.
En resumen, el diseñar clases o talleres,
utilizando el ciclo de aprendizaje es una de las mejores forma de aportar al
desarrollo de una capacidad en los participantes.
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